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Sant Esteve de Palautordera, Barcelona
Hoy he descubierto el Verdadero Objetivo de la Vida: Ser Feliz.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Historia nº 1


Seguro que gustaréis de este tipo de historias. Y no hablo de las famosas leyendas urbanas, sino de esas situaciones extrañas e inexplicables que te ocurren un buen día, y que no te dejan pegar ojo en toda la semana, recordándolas insomne en la cama, tapado hasta las orejas...

Por mi parte, pocas veces he experimentado un miedo de ésos que paralizan el cuerpo y la mente, pero sí, he pasado por ello, aquí estoy para contarlo. Lo que vais a escuchar es cierto. No son cuentos ni relatos. Que lo creáis o no es vuestro problema. En estas vivencias no cabe ningún tipo de sugestión, como veréis, pues todas sucedieron en circunstancias de lo más comunes, y analizarlas no es mi tarea.

Así pues, poneros cómodos y prestad atención a esta primera historia...

"Cuando vivía con Oscar en pleno parque natural (ahora vivo en el pueblo), mi casa era una planta baja rodeada de un alto muro de contención de tierras, sobre/tras el cual se extendía el bosque, y más allá las montañas. Entre el muro y la fachada de la casa se formaba un pasillo absurdo sin salida de apenas metro y medio de ancho, al que daban todas las ventanas de la casa y la puerta de entrada al comedor. Al final de ese pasillo estaba la leñera, y delante aparcábamos las motos.

Una noche me desperté escuchando ruido en el “pasillo exterior”, junto a la ventana de la habitación, como si alguien arrastrara algo pesado y metálico...

“Mierda, nos están robando una moto”, pensé, y desperté a Oscar en silencio. Con sólo abrir los ojos, se le descompuso la cara al escuchar el ruido al otro lado de la ventana. “Hay alguien”, dijo en voz baja, y me hizo señas para que me levantara lentamente, sin hacer ruido y sin encender la luz.

Es en casos como éste en los que te das cuenta de tu capacidad de premeditación –que no de reacción- ante el peligro inminente, y ¡de verdad que uno se sorprende! porque Oscar, ni corto ni perezoso, cogió un HACHA enorme de la chimenea, y ante su iniciativa asesina, yo cogí un ARCO y unas FLECHAS (flipa) que teníamos en la pared, puramente decorativos, pero que en alguna ocasión habíamos disparado con éxito contra latas de coca-cola.

Así pues, de madrugada y de esa guisa, armados hasta los dientes, dispuestos a descuartizar y/o atravesar brutalmente al ladrón, nos dispusimos a abrir la puerta y sorprender al intruso. Tras la puerta y con las armas a punto, esperamos el momento adecuado.

Cuando el sonido, que se movía de un lado a otro, estuvo DIRECTAMENTE detrás de la puerta, simultáneamente y sin pensarlo abrimos la puerta y salimos gritando como un par de trolls, y allí fuera NO HABÍA NADA, sólo el silencio y el muro. (...) Así que sin comprobarlo dos veces, entramos en tropel y pateamos la puerta hasta cerrarla, y corrimos a la cama, a taparnos la cabeza con la manta, el hacha, el arco y las flechas.

Toda la operación llevó apenas veinte segundos.

Más tarde el ruido volvió, por supuesto, y duró toda la noche, pasillo arriba y abajo, pero el miedo nos pudo y aguardamos inmóviles, con los ojos como platos, a que saliera el sol.

Cuando salimos con los primeros rayos, todo estaba en orden, y el bosque tranquilo.

Nunca investigamos el origen del ruido..."

Explico esta historia muerta de risa por lo cómico de la situación, aunque se me sigue erizando el vello cuando me pregunto si...

¿Habríamos atacado, de haber visto algo? ¿Con qué consecuencias? ¿Cómo convences a la policía de que fue defensa propia, si el ladrón tiene un hacha en la cabeza y una flecha en el estómago? En fin... juzgad vosotros mismos...

... porque el miedo nos paraliza, pero también nos da alasssss.............

3 comentarios:

Moriah dijo...

La imagen del hacha y las flechas es sobrecogedora...;-)¿Desnudos o en pijama?

Nunca entiendo porque nos comportamos como en las películas de terror, saliendo armados y en busca de una muerte segura. Lo lógico sería atrincherarse y llamar a la poli, esa que nunca viene a tiempo.¿No?

Quizá sería algún animalillo...indefenso y danzarín...digo yo...no sé....

BalaNegra dijo...

Es como en el monte de las ánimas de Bécquer... No sé qué es peor... que hubiera alguien, o que no...

OhLoto! dijo...

Elbereth, sí, lo lógico sería llamar a la policía, pero en estos casos uno no piensa, y actúa sin más. Y vivir en un bosque es otro mundo, te lo aseguro... allí tienes la sensación de que nada ni nadie te puede ayudar en caso de apuro.
La imagen del hacha y las flechas fue de película total... claro que yo no iba en lencería sexy ni vestida de comando, sino con un pijama de pantalón de pitillo que por sí solo ya habría asustado al ladrón (risas).
Yo creo que si hubiera estado sola, ni me habría movido del sitio. Pero el simple hecho de ser dos, no sé, como que te da poder (o eso piensas en ese momento).

Balanegra, yo lo tengo muy claro: peor si hubiera habido alguien. Claro que el hecho de que no lo hubiera, ¡joder...!!
En ese preciso momento (cuando abrí la puerta y NO VI NADA) comprendí la expresión "se me pusieron los pelos de punta", porque juraría que en esos segundos mi cabello se irguió VERTICAL sobre mi cabeza. Es una sensación muy física y muy real.

Bona nit, :)