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Sant Esteve de Palautordera, Barcelona
Hoy he descubierto el Verdadero Objetivo de la Vida: Ser Feliz.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Se abre la veda


Reconozco que viviendo donde vivo y rodeada de bosques, mi incultura en el tema de las setas no tiene perdón. Pues resulta que con las lluvias de este verano y la humedad de estos días, entramos -de lleno y desde YA- en época de recolección de BOLETS.

No hay mañana en que no me asome a la ventana y vea a alguien conocido, casi de incógnito (si no fuera por la cesta de mimbre) que se encamina hacia el parque con botas de montaña, sembrando el recelo entre los que lo ven y no pueden salir del trabajo; porque en estas tierras, lo de ir en busca de setas es casi un deporte, y no faltan las estrategias y las falsas bajas médicas con tal de escaparse la mañana de un martes al bosque, que es cuando seguro no hay nadie, y todas las setas están solitas y dispuestas. El buen boletaire, además, sabe dónde están las hifas de determinadas especies (son años de observación), y qué hongos están relacionados con determinados árboles, y va directamente a buscarlos. Es por ello que siempre va solo y vigilando que nadie lo siga, no sea que le descubran los rincones secretos y se le joda la recolección.

Vamos, que ir a buscar bolets es cosa individual, o de padre e hijo. Difícil lo tengo -por no decir imposible- si quiero acompañar a alguien con objetivo de aprender a diferenciar las setas, porque sé que, en vez de llevarme al sitio bueno, me tendrán toda la mañana dando vueltas por cualquier trozo de bosque, y tendré mucha suerte si veo una puta seta comestible. Tampoco es la primera vez que le pregunto a mi amiga Ana (boletaire desde pequeña, ya que va con su padre) si puedo ir a buscar setas con ellos, y me dice directamente que NO con su mejor cara de póquer.

Según esto podemos diferenciar, de momento, entre los boletaires y los incultos. Yo me incluyo en la segunda categoría. He comprado libros sobre setas, he comprado muestras en el mercado, y he salido a la aventura en busca de setas iguales... sin éxito. No tengo madera. Buscar bolets no es cuestión de suerte. Hay que conocer el terreno. Y a menudo una especie comestible y otra tóxica se parecen peligrosamente. La única forma de hacerme boletaire sería que mi padre apareciese de forma milagrosa y me dijera:

“Hija, he estado esperando, durante veinticinco temporadas, el momento de humedad relativa idónea para enseñarte los rincones secretos de esta montaña. Coge la cesta y sígueme, que vamos a buscar bolets...”
Sin duda me correría de satisfacción si se diera esta situación.


Pero no sólo están los que saben y los que no. Como en todo, también están los que no saben pero NO LO SABEN. Son los conocidos pixapins (meapinos), que son aquellas personas de ciudad que suben el fin de semana con sus mejores galas (véase chándal de colores vistosos, tejanos pitillo y zapatillas deportivas con velcro), sus Seat Ibiza y sus tupper de tortilla, y que barren literalmente el bosque en grupos de a diez, pateando y levantando la hojarasca a ver si encuentran algo. Cabe decir que estos especimenes merecen morir (risas), y que son a menudo los causantes de numerosos destrozos en el bosque, y de no menos numerosos ataques de vergüenza ajena (sobretodo cuando van por los márgenes de la carretera buscando setas con bolsas de plástico). Pero lo que más me fascina de ellos es que, si no encuentran setas, se dedican a meter en la bolsa cualquier otra cosa, por ejemplo una piña, dos castañas y un trozo de musgo.
Invariablemente, por la tarde y sin haberse comido un rosco, se meten en la tienda del pueblo y se compran la caja de rovellons más grande que encuentran, para compensar la desilusión.

En fin, creo que estos días podría salir a buscar bolets, pero es como buscar una aguja en un pajar (con el riesgo añadido de coger una seta tóxica). Tampoco quiero seguir -sin ser vista- a ningún boletaire, no sea que se de cuenta y me tenga dos horas dando vueltas, así que me contentaré con ir al mercado y comprarme una caja. Eso sí, este otoño me inflo a comer setas, que son mi manjar favorito: rossinyols, pinetells........... ¡Mmmmmmm!!!

2 comentarios:

BalaNegra dijo...

Entiendo la tradición boletaire, aunque me parece tremendamente egoísta y, por tanto, no la comparto...

Será cuestión de mi concepto de la amistad...

OhLoto! dijo...

ES tremendamente egoísta. Las setas son gratis, y somos catalanes... ¡qué quieres! (risas)